El acto de cierre de campaña de Javier Milei, realizado en el Club Villa Ángela de Moreno, estuvo lejos de los grandes cierres multitudinarios que suelen caracterizar estas instancias. Con una organización cuestionada, militancia dispersa y un discurso cargado de agresividad, la jornada dejó más tensiones que entusiasmo.

Aunque desde las filas oficialistas se lo presentaba como un acto decisivo, la concurrencia no colmó el espacio designado. A esto se sumaron advertencias previas de autoridades provinciales y nacionales sobre la falta de condiciones para garantizar la seguridad en el predio de Villa Trujui. El ministro de Seguridad bonaerense, Javier Alonso, señaló que no podía asegurar medidas mínimas de contención. La intendenta local, Mariel Fernández, también pidió a los vecinos evitar asistir “para preservar su seguridad”. Pese a estas alertas, Casa Militar dispuso un operativo con efectivos de Gendarmería, Policía Federal y policía bonaerense.

La tensión se percibió desde temprano. Grupos de encapuchados ingresaron al predio sin identificarse con la militancia oficial, lo que alimentó un ambiente confuso. Se registraron incidentes menores: enfrentamientos entre simpatizantes, botellazos contra periodistas, pedradas y empujones. Cristian Mercatante, cronista de América TV, resultó herido en el rostro por un proyectil en medio de los disturbios.

Milei inició su intervención con un guiño a la localidad: “Más linda va a estar Moreno si la pintamos de violeta”. Luego agradeció a su hermana Karina, pieza clave de su armado político, en un contexto atravesado por la difusión de audios privados que la tuvieron en el centro de la polémica durante la última semana. Esos audios, filtrados y sin relevancia penal, fueron utilizados por la oposición como parte de la disputa política, lo que motivó que el propio Milei denunciara “operetas” y ataques a su familia.

En su discurso habló de un supuesto “empate técnico” en las encuestas e instó a la militancia a “fiscalizar hasta el último voto”. El mensaje, leído y sin grandes gestos de improvisación, estuvo atravesado por insultos y calificativos duros hacia sus adversarios. Apuntó al gobernador Axel Kicillof, a quien tildó de “enano soviético” e “inútil”. También responsabilizó al kirchnerismo por generar violencia y maniobras con boletas truchas.

Las críticas cruzadas se intensificaron durante la jornada. Kicillof responsabilizó a Milei por los incidentes y calificó la convocatoria como sospechosa, mientras que el candidato libertario replicó denunciando persecución política.

El cierre en Moreno no alcanzó el clima épico que buscaba el oficialismo libertario. La movilización fue escasa, el discurso se mantuvo rígido y plagado de ataques, y la jornada terminó marcada por la tensión más que por la fuerza política.

El acto de Moreno terminó dejando una postal de debilidad política y desconexión con la realidad social. Más que un cierre de campaña, fue la evidencia de un gobierno sin rumbo, sostenido apenas por consignas vacías y escenas de violencia. En lugar de transmitir fortaleza, Milei expuso la fragilidad de una gestión que, entre recortes y promesas incumplidas, parece naufragar cada día más.