Por Danil Tchapovski, empresario, CEO Another World VR Latam, especialista en Comercio Exterior
Durante décadas, el entretenimiento fue subestimado como motor económico. Se lo consideraba un lujo, un accesorio cultural, una industria blanda frente a los sectores “duros” como la construcción o la manufactura. Pero hoy, los datos hablan por sí solos: el entretenimiento ya no es solo una forma de ocio, sino una de las industrias más dinámicas, transversales y generadoras de empleo del mundo.
En su versión más tradicional —teatros, cines, parques, eventos— o en sus nuevas expresiones tecnológicas como la realidad virtual, el streaming o los videojuegos, esta industria emplea a millones de personas en todo el planeta.
Se estima que, en promedio, por cada empleo directo en el sector del entretenimiento se generan entre tres y cinco empleos indirectos. Técnicos, desarrolladores, guionistas, diseñadores, programadores, arquitectos, especialistas en sonido, actores, marketing, limpieza, seguridad, logística: el ecosistema es amplio, diverso y profundamente integrador.
En América Latina, esta industria representa una oportunidad histórica. En países con gran capital humano y talento creativo como la Argentina, el potencial de crecimiento es enorme. El entretenimiento no solo mueve economías locales, sino que también posiciona culturalmente a los países en el mundo. Exportar experiencias es una forma moderna de exportar identidad.
Además, el entretenimiento tiene algo que pocas industrias pueden ofrecer: una capacidad única de adaptarse a los cambios generacionales, a las nuevas tecnologías y a los hábitos de consumo emergentes. En un mundo donde la atención es el bien más preciado, la industria del entretenimiento ha aprendido a innovar constantemente, transformando cada experiencia en una propuesta de valor.
La inversión en entretenimiento, lejos de ser frívola, es estratégica. Genera empleo, impulsa el turismo, dinamiza economías urbanas y abre oportunidades para emprendedores.
Cada nuevo proyecto es una fuente de ingresos, innovación y creatividad. En un país con tanto talento, lo que necesitamos no es achicar sueños, sino habilitar caminos para que esas ideas se conviertan en realidades concretas.
El futuro no está escrito, pero una cosa es segura: los países que apuesten por industrias creativas, tecnológicas y colaborativas tendrán más chances de construir economías sólidas, modernas y humanas. Apostar por el entretenimiento es apostar por una economía en movimiento, con raíces culturales y vocación de futuro.

