La provincia de Buenos Aires se tiñó de celeste y marcó un antes y un después en la política nacional. En las urnas, el pueblo bonaerense puso freno a las ideas y formas del presidente Javier Milei.

El resultado no fue casual. La estrategia territorial de los intendentes resultó clave, tanto como la unidad alcanzada por el peronismo en esta etapa. Dirigentes que conocen de cerca las necesidades de su gente supieron leer el descontento social y canalizarlo en una contundente expresión política.

El mensaje fue claro: “La provincia le dijo basta a la soberbia de Milei, al desmantelamiento de la agencia de discapacidad, al maltrato a los jubilados, al cierre de fábricas, a la pérdida de pymes, a los insultos y a la intolerancia”.

Durante más de 20 meses, los intendentes fueron quienes sostuvieron el entramado social frente a la crisis generada por el mileísmo. En los barrios, en los municipios, estuvieron al lado de quienes más sufrieron el ajuste.

La elección bonaerense dejó una conclusión evidente: el peronismo volvió a demostrar que cuando se organiza y se pone al servicio de la gente, su fuerza es imparable.