La decisión de Axel Kicillof de desdoblar por primera vez las elecciones legislativas de la provincia de Buenos Aires respecto de las nacionales no fue solo un movimiento administrativo: terminó siendo una jugada política de alto impacto que reconfiguró el escenario y colocó al gobernador en el centro de la discusión nacional.
El argumento inicial fue claro: evitar el caos de dos sistemas de votación distintos en una misma jornada. Mientras el gobierno nacional avanzó con la boleta única de papel, la provincia mantuvo su esquema tradicional; boleta sabana. La decisión permitió claridad, agilidad en el proceso y redujo la posibilidad de confusiones masivas. Este domingo la organización electoral funcionó de manera ordenada, con menos denuncias y un escrutinio ágil en un distrito de más de 14 millones de electores.
El efecto también fue político. Al separar la elección, Kicillof logró que la discusión bonaerense tuviera agenda propia, sin quedar diluida en el clima nacional ni subordinada a la pulseada presidencial con Javier Milei. La elección se transformó en un plebiscito bonaerense, donde el peronismo pudo desplegar su aparato territorial, sus intendentes y su identidad local, sin depender de la coyuntura nacional, más alla de las situaciones conflictivas de las últimas semanas.
El resultado fue categórico: Fuerza Patria superó el 47 % de los votos, más de 13 puntos arriba de La Libertad Avanza, consolidando el predominio del peronismo en la provincia y garantizando un control sólido en la Legislatura. El triunfo no solo le da oxígeno político al gobernador, sino que lo proyecta como un actor clave en la oposición a Milei y como posible candidato presidencial hacia 2027.
Un movimiento de doble ganancia: con el desdoblamiento evitó un problema operativo y le dio al peronismo bonaerense una victoria estratégica que, de haber estado atada al calendario nacional, quizá no hubiese tenido la misma contundencia.
En tiempos donde las decisiones electorales suelen estar atadas a la coyuntura, Kicillof mostró que la planificación, la autonomía y la lectura fina del territorio pueden marcar la diferencia. El primer desdoblamiento bonaerense quedó en la historia no solo como un ensayo administrativo exitoso, sino como un golpe político que volvió a poner a la provincia en el centro del mapa y al gobernador en el corazón del debate nacional.

