El arzobispo de Buenos Aires, monseñor Gustavo Carrara, presidió este domingo 24 de agosto la misa por el Jubileo de los Empresarios, celebración inspirada en la figura del venerable Enrique Shaw. La ceremonia tuvo lugar con la presencia de representantes del sector empresario de la región y una de las hijas de Shaw, y fue concelebrada por el presbítero Santiago Rocca.
Durante su homilía, Carrara recordó que “la puerta estrecha es porque el amor es siempre exigente; exige compromiso, creatividad y audacia para vivir el Evangelio en la vida cotidiana”. En ese sentido, pidió una oración especial “por todos los empresarios de la Arquidiócesis y por su labor en las empresas”.
El arzobispo subrayó que Jesús “es el Jubileo de Dios en medio del Pueblo” y remarcó que uno de los ejes centrales de esta celebración es “el llamado a contribuir a una reparación social que vuelva a encender la esperanza”. Afirmó que el pecado deja huellas en el tejido comunitario y social, y que frente a ese panorama los cristianos están llamados a “construir una nueva civilización del amor”, colaborando con Cristo para “reconstruir el bien y la belleza”.
Carrara sostuvo que la reparación social “comienza en la conversión del corazón y se extiende a la conversión de las estructuras”. En ese marco, planteó el aporte del mundo empresario: “El principal aporte es la producción y el trabajo”.
En un pasaje de su mensaje, interpeló a los presentes: “¿Es posible vivir el Evangelio en la empresa, en el mundo del trabajo? Sí, claro que sí, porque a Dios no se lo encuentra solo en los templos, sino también en la empresa, en el mundo del trabajo”. Allí evocó la vida y el legado de Enrique Shaw, empresario católico que supo vivir su fe comprometido con la dignidad de los trabajadores y los más pobres.
El arzobispo invitó a releer sus escritos como fuente de inspiración para la vida empresarial actual. Citó especialmente un texto de Shaw:
“El deber de procurar la ascensión humana no es más que la consecuencia lógica de la enseñanza básica del cristianismo sobre la eminente dignidad de todo ser humano. Hay que extender la propiedad privada. Es necesaria una distribución más justa de las riquezas. Hoy es cosa sabida que nada anda bien en una sociedad donde muchos están mal”.
Al respecto, Carrara destacó que este pensamiento “nos inspira a afirmar que, en orden a la dignidad de toda persona humana, es necesaria la extensión de la propiedad privada, que todos puedan acceder a una tierra para trabajar, construir un techo y cuidar a su familia”.

