Hay historias que nacen en silencio, entre maderas, herramientas y sueños que parecen pequeños, pero que con esfuerzo se transforman en grandes logros. Así comenzó en 1999 la historia de MPS, una empresa con raíces bien berissenses que, a fuerza de trabajo y pasión, fue creciendo hasta convertirse en sinónimo de calidad y compromiso.

Lo que en sus primeros pasos fue apenas un taller alquilado en la esquina de 122 y 68, con el empuje incansable de su fundador Mauricio Palucas, se transformó con el tiempo en un proyecto colectivo, familiar y profundamente humano. Allí se forjó no solo una empresa, sino un espacio de aprendizaje, de primeras oportunidades laborales para vecinos y vecinas, y de sueños compartidos.

Hoy, más de dos décadas después, esa semilla sigue dando frutos. En agosto, MPS inauguró un showroom de cerramientos en 122 N°1877, un espacio innovador donde los clientes pueden ver, tocar y elegir con confianza. Pero el verdadero corazón late en el Parque Industrial de Berisso, donde la producción se concentra con materia prima, tecnología de vanguardia y el esfuerzo diario de 13 trabajadores que le dan vida a cada proyecto.

Mauricio no camina solo. Desde el inicio lo acompañaron su esposa Vanessa y su suegro Juan Carlos. Con los años se sumaron sus hermanos, sus hijos, su vecina, sus ahijados. Una red de afectos que muestra que MPS es, ante todo, una familia que se amplía cada día.

“Es un progreso grande para nosotros. Queríamos sí o sí quedarnos en Berisso, porque acá están nuestras raíces y nuestra gente. Por eso elegimos el Predio Industrial de Berisso, al que accedimos gracias al Municipio”, cuenta con emoción Mauricio, quien también destaca la incorporación de un centro mecanizado nuevo que permitirá ampliar la producción y seguir creciendo.

Cada paso dado por MPS tiene detrás la huella de la superación. La de un hombre que se animó a soñar, la de una familia que lo acompañó, la de una ciudad que vio cómo aquel pequeño taller de barrio se convirtió en una empresa que hoy abre sus puertas al futuro sin olvidar de dónde viene.