
Entre tazas de café, diarios desplegados y charlas que cruzan generaciones, la cafetería Sportman conserva el espíritu del encuentro berissense. Su historia marcada por el trabajo, la música y las amistades, late todavía en la rutina diaria de la Avenida Montevideo.
Liliana llega antes de las siete y media de la mañana para abrir la cafetería. Hugo, Raúl y Jorge ya están esperando para entrar. Transitan el Bar Sportman de Berisso todas las mañanas, donde la dueña sabe qué pedirá cada uno. Allí, entre el diario del día y el sol que se filtra por la ventana, se encuentran hombres ya jubilados para compartir ideas y un café en el bar de la calle Montevideo, entre 4 y 5.
El original Bar Sportman estaba ubicado en la esquina de Montevideo y Río de Janeiro, donde paraba el tranvía. Era punto de encuentro de trabajadores del frigorífico, se jugaba al billar y sonaba la Orquesta de Señoritas. Este sitio histórico de Berisso se incendió el 7 de junio de 1970, quedando en pie apenas la fachada de entrada y el lateral sobre Montevideo.
En 2004, Liliana Santillán y José Rotondo decidieron abrir una cafetería a mitad de cuadra. En homenaje al antiguo bar, la llamaron “Sportman”. Lo que empezó como un ingreso extra económico para solventar los estudios de sus hijas terminó convirtiéndose en un espacio comunitario.
“Se ha formado acá una gran familia, todos nos conocemos. Tratamos de que la cafetería no sea un lugar de paso, sino de encuentro entre amigos”, cuenta Liliana, que está sentada de brazos cruzados en una de las mesas donde apoya un cuaderno de gastos y cuentas, tiene colgada una cartera que usa de monedero.
En sus inicios, Sportman funcionaba de lunes a miércoles de 7:30 a 19:30 h, y el resto de la semana también por la noche, fomentando la cultura y la música local. “Los jueves estaba el ‘Karaoke de Dani Deber’, conducido junto a Norma Solis. También se recitaban poemas, era una forma de que no quedaran archivados en los cajones de las casas. El tango llegaba con ‘Amigos de la música’ los viernes. Y los sábados eran noches de rock, con bandas como Juguete Rabioso”, recuerda Liliana. En 2014, el lugar fue reconocido por el Intendente Enrique Slezack por su aporte a la Cultura de la ciudad.
Hoy, Sportman guarda el espíritu clásico de Berisso. El techo alto y las paredes adornadas con posters y cuadros antiguos, custodian un salón de mesas de madera donde el ritual cotidiano se repite cada mañana: hombres mayores inclinados sobre el diario, otros conversando, y el murmullo de la radio que se mezcla con el ruido de la calle que entra por la puerta de vidrio.
Mientras Liliana revive anécdotas, entra un hombre de edad avanzada que va directo hacia ella. Le entrega unos billetes doblados y hace con los dedos la seña de un café. “Ahí viene Carlitos. Ya sé que va a pedir: un americano cortado”, dice la dueña. Carlitos tiene discapacidad auditiva, va todas las mañanas y conoce tanto el local que a veces se encarga de cerrarlo ayudando al personal nuevo.
Actualmente, Sportman abre todos los días de 7:30 a 19:30 h. Por la mañana se sirven cafés y medialunas incansablemente. Al mediodía llegan las pastas, milanesas, bifes y hamburguesas. Y a la tarde, la cerveza recibe a los que terminan su jornada laboral. Entre esas mesas, las charlas políticas nunca se agotan: radicales y peronistas cruzan ideas con respeto, en un ambiente donde Liliana conoce a cada habitué y lo que piensa cada uno. “En esta cafetería todos pueden convivir y conversar», dice con orgullo.